Psicología para adultos
Comprender y mejorar nuestra salud mental y emocional a través de herramientas y estrategias personalizadas es fundamental para enfrentarnos a los desafíos de la vida y fomentar nuestro bienestar integral.
Las experiencias que tenemos a lo largo de nuestra vida, nuestro entorno, nuestras habilidades a la hora de relacionarnos con los demás y la imagen que, en consecuencia, tenemos de nosotros mismos, forjarán nuestra personalidad.
Las herramientas que hayamos adquirido a lo largo de nuestra historia, ya sea por observación o por aprendizaje directo, determinarán nuestra forma de interpretar y gestionar las situaciones difíciles que vayan sucediendo en nuestra vida.
En ocasiones, las estrategias que utilizamos no son las más adecuadas y, en consecuencia, sentimos un malestar muy intenso que puede afectar a distintas áreas de nuestra vida (pareja, familia, trabajo, estudios universitarios) e, incluso, incapacitarnos para tener un buen funcionamiento.
Acudir a consulta es una decisión muy difícil y, a la vez, valiente. Cuando la persona decide empezar un proceso terapéutico busca herramientas que le ayuden, no sólo a resolver el problema que le ha traído a consulta, sino también prevenir posibles situaciones de malestar en el futuro.
Nuestro trabajo como psicólogas es crear un espacio en el que la persona se sienta tranquila, en confianza, segura y valorada, mientras te enseñamos las estrategias adecuadas para sanar y crecer personalmente.
¿Cómo son los tratamientos?
Una vez conocemos el motivo de consulta, preparamos una entrevista clínica (puede ser por escrito o verbal) que nos permita abordar los principales puntos del problema que ha traído a la persona a consulta. Nuestra experiencia clínica nos permite hacer una buena preparación y poder ofrecer, así, un espacio cálido y cómodo.
Primera Visita
En esta sesión, la persona expondrá el problema que le ha llevado a consulta. Gracias a la preparación previa que hemos realizado, os iremos orientando a través de la entrevista para conocer el origen, qué aspectos pueden estar influyendo en que el problema se mantenga, su evolución en el tiempo, qué estrategias se han utilizado previamente para solucionarlo y si éstas han funcionado o no de una forma adaptativa.
En esta sesión, y dependiendo del caso, os daremos registros, cuestionarios y/o formularios para rellenar en casa. Todo este material es imprescindible para conocer en profundidad a la persona y poder hacer una buena evaluación.
Evaluación y tratamiento
Dedicaremos unas cuantas sesiones a recoger la información necesaria para conocer el problema. Según el motivo de consulta y las necesidades de la persona, podemos administrar pruebas psicométricas que nos ayuden a realizar un diagnóstico adecuado.
Resultados y Conclusiones
El siguiente paso es daros la devolución de los resultados, donde os expondremos las conclusiones a las que hemos llegado y concretaremos, conjuntamente, cuales son nuestros objetivos terapéuticos. En este punto trabajaremos, además, las expectativas que tenemos acerca de la terapia y las ajustaremos, si es necesario, a un punto más objetivo y realista.
Con todo ello, estableceremos un plan de acción donde aprenderemos estrategias y herramientas personalizadas para el afrontamiento de la situación que nos genera malestar. Dedicaremos algunas sesiones a aprender la parte teórica y, seguidamente, las pondremos en práctica en vuestro día a día.
¿Qué servicios de psicología para adolescentes ofrecemos?
Ansiedad
La ansiedad es una respuesta normal de nuestro organismo cuando afrontamos situaciones que percibimos como peligrosas. Cuando esto ocurre nuestra mente y nuestro cuerpo se activan para afrontar estas situaciones a través de la lucha o la huida. Esto es adaptativo y normal.
Sin embargo, en ocasiones la persona percibe como peligrosas situaciones o cosas que en realidad no lo son. En consecuencia, su organismo se activa y desarrolla un malestar y preocupación intenso y desadaptativo. Consideramos que se trata de una ansiedad y preocupación excesiva, y por tanto que se trata de un trastorno de ansiedad, cuando el malestar se prologa durante más de 6 meses.
Los componentes de los trastornos de ansiedad son:
Cognitivo
Conjunto de creencias, imágenes y pensamientos catastrofistas, irracionales, desproporcionados y exagerados que varían en función del tipo de trastorno.
Fisiológico
Sensaciones internas que notar cuando estamos nerviosos, como: palpitaciones, taquicardia, tensión muscular, mareo, opresión en el pecho, hiperventilación, sensación de ahogo o asfixia, visión borrosa, temblor, hormigueo, flojedad en las piernas, etc
Conductual
Tendencia a evitar las cosas que nos preocupan o nos dan miedo, escapar, buscar ayuda y hacer cualquier cosa que nos ayude a librarnos del posible peligro.
Ataques de pánico
Cuando una persona sufre, de forma inesperada y abrupta, síntomas de ansiedad aguda (temblores, ahogos, molestias abdominales, sudoración, taquicardias, palpitaciones, desratización, presión en el pecho, visión borrosa, boca seca, etc.) junto con pensamientos catastrofistas en los que interpreta que su vida está en peligro, decimos que está sufriendo un ataque de pánico.
La primera vez que ocurre, la persona se asusta mucho y vive esta experiencia de una forma muy traumática. Esto conlleva que la persona esté en un estado de hipervigilancia y alerta, y que preste especial atención ante cualquier señal física que pueda indicar que se va a volver a repetir. Esto, paradójicamente, incrementa las posibilidades de que ocurra.
Fobias
Aquí podemos hablar de fobia específica o fobia social. En ambos casos, el niño experimenta un miedo excesivo y perturbador durante un periodo de tiempo prolongado ante una situación u objeto concreto, como, por ejemplo, ir a clase o al parque, un animal, hablar en público. En algunos casos, la fobia se desarrolla después de haber vivido una situación impactante, o haber visto o escuchado como lo ha sufrido otra persona, incluso por la televisión. Como consecuencia, empieza a evitar cualquier situación relacionada con lo que le hace sentir ansiedad. Con este tipo de conductas evitativas sólo consiguen agravar el miedo.
Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)
El TOC se caracteriza por un patrón de pensamientos impulsivos o imágenes frecuentes, inapropiadas e involuntarias (obsesiones) y por comportamientos repetitivos que la persona se ve obligada a hacer para evitar que sucedan supuestas consecuencias catastróficas (compulsiones). La persona es consciente de que sus pensamientos y conductas son irracionales pero no sabe cómo ponerles fin.
Hipocondría
En este trastorno la persona tiene la firme convicción de que padece una enfermedad grave a partir de la interpretación que hace de los síntomas somáticos que está experimentando.
La propia preocupación y ansiedad por padecer una enfermedad hace que aparezcan síntomas físicos psicosomáticos que la persona percibe como una confirmación de que está padeciendo una enfermedad grave. Además, la persona está constantemente comprobando las sensaciones físicas que puede estar experimentado y filtra irracionalmente la información que le llega para confirmar su creencia.
Estrés
La persona experimenta una serie de síntomas físicos (dolores difusos, cardiopatías, problemas sexuales, gastrointestinales, contracturas, etc.) persistentes que le llevan a buscar un diagnóstico médico. Sin embargo, las pruebas y análisis no detectan la presencia de ninguna anomalía médica.
El estrés continuado puede producir síntomas físicos aislados (mareos, ahogos, taquicardias, etc.) o trastornos como hipertensión, hernias, úlceras, etc
¿Cómo abordaremos la ansiedad?
Dependiendo del diagnóstico y de las características de cada persona establecemos un plan de acción en el que recogemos las estrategias y herramientas más adecuadas en cada caso. Gracias a la terapia cognitivo conductual tenemos herramientas para abordar este tipo de trastornos.
Identificación de pensamientos
Identificaremos qué pensamientos catastrofistas tiene la persona y trabajaremos en la reestructuración cognitiva de los mismos. Aprender a reconducir los pensamientos negativos hacia pensamientos más racionales y objetivos es fundamental a la hora de reducir los niveles de ansiedad.
Estrategias conductuales
Aprenderemos estrategias conductuales dirigidas al control de la activación (técnicas de relajación y atención plena, desensibilización sistemática, visualización, inoculación del estrés, etc.).
Exposición progresiva
Por último, ayudaremos a la persona a exponerse progresivamente y de una forma controlada a las situaciones o estímulos temidos. Con ello, conseguiremos que la persona pueda recuperar su autonomía y mejore, así, su estado general.
Depresión
Todas las personas nos sentimos tristes o decaídas de vez en cuando, pero estos sentimientos suelen desaparecer en poco tiempo. Sin embargo, hablamos de depresión cuando el sentimiento de tristeza es constante y la persona ha perdido el interés en realizar actividades con las que antes disfrutaba. Afecta a los pensamientos, comportamientos y emociones de la persona y puede derivar en una amplia gama de problemas tanto físicos como emocionales.
Puede afectar a cualquier persona, sin importar la edad, nivel socioeconómico o cultura, y puede ocurrir conjuntamente con otro tipo de trastornos como ansiedad.
Existen diversos tipos de depresión:
Depresión mayor
La persona experimenta síntomas de depresión la mayoría del tiempo durante por lo menos dos semanas. Estos síntomas interfieren con la capacidad para dormir, comer, estudiar y trabajar.
Trastorno depresivo persistente (distimia)
La persona siente los síntomas de la depresión menos graves que duran mucho más tiempo, generalmente por lo menos dos años.
Depresión perinatal
Ocurre cuando una mujer sufre de depresión mayor durante el embarazo o después del parto (depresión posparto)
Trastorno afectivo estacional
Los síntomas aparecen y desaparecen con las estaciones del año. Generalmente empieza a finales de otoño o principios del invierno y desaparece en la primavera y el verano.
Síntomas y signos más frecuentes de depresión
- Sentimientos de desesperanza o pesimismo.
- Sentimientos persistentes de tristeza, ansiedad o “vacío”.
- Sentimientos de irritabilidad, frustración o intranquilidad.
- Pérdida de interés o placer en las actividades y pasatiempos.
- Sentimientos de culpabilidad, inutilidad o impotencia.
- Disminución de energía, fatiga o sensación de que está más lento.
- Dificultad para concentrarse, tomar decisiones o recordar.
- Cambios en el apetito o en el peso sin haberlos planificado.
- Dificultad para dormir, dormir demasiado o despertarse temprano por la mañana.
- Dolor de cabeza, dolores y molestias, calambres o problemas digestivos sin una causa física aparente o que no se alivia ni con tratamiento médico.
- Pensamientos sobre la muerte o el suicidio, o intentos de suicidio.
¿Cómo abordaremos la depresión?
Para hacer un diagnóstico de depresión debemos realizar una evaluación exhaustiva que nos ayude a identificar el origen y los factores que actúan como mantenedores. Para ello, realizaremos entrevistas clínicas y emplearemos cuestionarios que nos ayuden no sólo a identificar la sintomatología depresiva sino también el alcance de la misma.
Una vez tengamos un diagnóstico definido, tendremos una sesión de devolución de los resultados. En ella, hablaremos del trastorno depresivo y cómo te afecta directamente. Dependiendo de la gravedad, te derivaremos a psiquiatría para poder abordar la problemática desde una perspectiva multidisciplinar y poder, así, obtener los mejores resultados. En esta misma sesión estableceremos tus objetivos terapéuticos y te explicaremos tanto las herramientas como las estrategias con las que vamos a trabajar.
A partir de este momento, dedicaremos el número de sesiones que necesites para el aprendizaje y la puesta en práctica de las estrategias y herramientas que sean más adecuadas para ti. Todos los tratamientos son personalizados y adaptados a tus necesidades.
Baja Autoestima
La autoestima es la percepción, positiva o negativa, que tenemos de nuestro propio valor, basado en los pensamientos, sensaciones y experiencias que tenemos de nosotros mismos. No es algo permanente, sino que evoluciona y cambia a medida que vivimos nuevas experiencias, y está influenciada, también, por la valoración y exigencias que recibimos de los demás, los fracasos y los logros atribuidos y percibidos, etc.
Entendemos por baja autoestima la dificultad que tiene una persona para sentirse valiosa y aceptarse tal y como es. Esta imagen negativa de uno mismo tiene muchas implicaciones a distintos niveles en su vida:
Nivel Cognitivo
La persona tiende a sobrepensar sobre su rendimiento o cómo ha reaccionado ante diferentes situaciones. En esta valoración pone el foco en aquello que cree que no ha hecho bien y tiene una serie de pensamientos en bucle acerca de cómo debería haber actuado, qué tenia que haber dicho y tiene un diálogo interno sobre sí mismo cargado de críticas y dureza.
Nivel Emocional
Como consecuencia de ese diálogo interno tan negativo la persona empieza a proyectar emociones desagradables como la culpa, la vergüenza, el miedo o la tristeza.
Nivel Conductual
A menudo, las personas con baja autoestima tienen un estilo de comunicación pasivo agresivo caracterizado por la ausencia de límites, no comunicar aquello que le molesta, explosiones de ira en momentos en los que esta reacción puede ser desproporcionada, etc. Todo esto le puede llevar a intentar evitar situaciones sociales en las que no sienta que cuenta con recursos para poder gestionar y, por tanto, se aísle.
Nivel Social
Este aislamiento lleva a dejar de hacer actividades agradables o que puedan generar interés por miedo a hacer el ridículo. Esto produce un deterioro no sólo en las relaciones sociales sino en el estado de ánimo.
Nivel Fisiológico
Es posible que, como consecuencia de todo lo anterior, la persona empiece a somatizar las emociones reprimidas a través de insomnio, dolor de cabeza, problemas gastrointestinales, presión en el pecho, etc.
Señales de alarma de Autoestima Baja
- Sentimientos de inferioridad.
- Constante comparación con otras personas y búsqueda de su aprobación.
- No aceptarte tal y como eres.
- No eres autentico con los demás, no muestras tu verdadero yo por miedo a que no te acepten.
- Atribuyes tus éxitos a circunstancias externas o al azar.
- Te crees incapaz de llevar a cabo tus proyectos.
- Tienes mucho miedo al fracaso.
- No aceptas bien las críticas, te generan un dolor muy intenso y te sientes avergonzado.
- Tienes un diálogo interno negativo cargado de críticas autodestructivas y en el que cuestionas todo lo que sientes, dices, haces o piensas.
- Te culpas por casi todo, incluso lo que no depende de ti, y no te perdonas por haber cometido un error.
- Eres muy autoexigente contigo mismo, nunca, hagas lo que hagas, será suficiente.
- Te cuesta poner límites y decir que no cuando te piden algo que no quieres hacer o no te apetece.
- No aceptas tu cuerpo y tu aspecto físico.
- Tienes pensamientos anticipatorios en los que los demás te van a rechazar.
¿Cómo abordaremos la Baja Autoestima?
Generalmente la baja autoestima cursa con sintomatología propia de la ansiedad y la depresión. Por eso, es imprescindible hacer una evaluación completa y exhaustiva del estado actual de la persona que decide ponerse en nuestras manos y determinar el grado de afectación en las diferentes áreas de su vida. Para ello emplearemos tanto la entrevista clínica como la administración de cuestionarios que nos permitan tener unos resultados fiables y poder determinar, así, el diagnóstico.
Durante la sesión de devolución de resultados y de planteamiento de objetivos terapéuticos compartiremos con el paciente las áreas que vemos más afectadas y estableceremos un plan de acción en el que priorizaremos sus necesidades más inmediatas
Durante la fase de tratamiento, dedicaremos sesiones a la psicoeducación de estrategias y herramientas cognitivo-conductuales y trabajaremos y supervisaremos la puesta en práctica en el día a día.
La implicación del paciente es fundamental en el proceso por lo que, ante cualquier bloqueo o estancamiento, dedicaremos el tiempo necesario a analizar las causas del mismo y redirigir nuestros pasos.
Duelo
El duelo es el proceso psicológico que se produce tras la pérdida de una persona, animal, objeto, capacidad, profesión o situación con la que hemos establecido un vínculo emocional. Es un proceso universal, ya que todas las personas atravesamos varios duelos a lo largo de nuestra vida, pero diferente para casa persona. Aunque estemos experimentando un duelo por la misma pérdida, existen múltiples factores que pueden influir a la hora de gestionar y expresar el dolor (el tipo de relación, las circunstancias que rodean a la pérdida, la forma en la que nos dieron la noticia, etc.). Por tanto, siempre decimos que no hay dos duelos iguales.
Este proceso está formado por varias fases/etapas:
Negación
En esta primera etapa la persona no acepta la pérdida. Pueden aparecer síntomas propios de ansiedad como hiperventilación, taquicardia, mareos…
Negociación
Es el momento en que fantaseamos con la idea de revertir la situación. Se busca la forma de hacer que lo inevitable no ocurra. Esta etapa es muy breve.
Enfado
Esta fase, aunque pueda resultar molesta, es un arma para la supervivencia. Las emociones de enfado, rabia, resentimiento y sentimiento de injusticia son completamente naturales y surgen como consecuencia de sentirnos vulnerables a nivel emocional. Es importante trabajar este tipo de emociones para que no deriven en un problema mayor
Depresión
Es natural sentir tristeza, incertidumbre hacia el futuro, sensación de vacío y un profundo dolor por la pérdida. Esta fase nos hace conscientes de la pérdida y es en la que observamos más signos de expresión emocional
Aceptación
Aceptar no significa que deje de doler, sino que podemos empezar a rehacer nuestra vida.
El duelo no tiene una duración determinada, ya que, como hemos comentado, depende de muchos factores y es diferente para cada persona. Sin embargo, si sentimos que el dolor perdura durante mucho tiempo y que no conseguimos retomar la rutina y aceptar lo ocurrido, podemos encontrarnos ante un posible duelo patológico.
Señales del duelo patológico
- Culpa recurrente asociada a la pérdida.
- Preocupación excesiva.
- Aparición de miedos incapacitantes tras la pérdida.
- Bajo estado de ánimo.
- Ansiedad.
- Irritabilidad.
- Pensamientos relacionados con la muerte.
¿Cómo abordaremos el Duelo?
En primer lugar, realizaremos una evaluación exhaustiva para determinar si el duelo está cursando dentro de la normalidad y si las manifestaciones que presenta la persona son adecuadas en intensidad y duración. En este proceso recogeremos las emociones y sentimientos, pensamientos, conductas y sensaciones físicas de la persona y el alcance que está teniendo en su día a día. Emplearemos para ello no sólo la entrevista clínica, sino también cuestionarios y registros diarios que nos permitan obtener la mayor información posible para hacer un buen diagnóstico.
Tras este periodo de evaluación, dedicaremos algunas sesiones de psicoeducación en duelo y el aprendizaje de estrategias y herramientas que permitan a la persona hacer un proceso de duelo sano y rehacer su vida de una forma adaptativa.
Insomnio
Cada vez son más las personas que acuden a terapia por problemas de insomnio. Los problemas de sueño pueden ser un síntoma de un trastorno de ansiedad o un trastorno del estado de ánimo, o ser un problema aislado.
En algunos casos, puede aparecer el insomnio y, como consecuencia de que éste se alargue en el tiempo, desencadenar en un trastorno de ansiedad o depresión.
Algunos síntomas que pueden aparecer cuando hay problemas de sueño son irritabilidad, cansancio, problemas de concentración, ansiedad, frustración, apatía y sueño durante el día.
Hablamos de insomnio tanto cuando la persona no puede conciliar el sueño al inicio de la noche como si se despierta temprano y no puede volver a dormir. También puede ocurrir que se produzcan despertares a lo largo de la noche y que el sueño no sea reparador
Para poder dormir y descansar tanto el cuerpo como la mente tienen que estar relajados y no tener interferencias. Además, deben darse una serie de condiciones ambientales que faciliten la relajación, como tener un horario de sueño, estar cómodos, que no haya luz o que nos encontremos a una temperatura adecuada.
Si estamos activados ya sea física o psicológicamente, o no contamos con unas buenas condiciones de descanso es posible que empecemos a tener problemas de sueño y que pueda, así, aparecer el insomnio.
La propia dificultad para dormir puede crear un nerviosismo y activación, activando un círculo vicioso que impide conciliar el sueño. Este nerviosismo puede aparecer en el momento de ir a la cama o en diferentes momentos del día, interfiriendo en el buen funcionamiento de la persona que lo padece.
¿Cómo abordaremos el Insomnio?
Para poder hacer una buena evaluación, el paciente debe realizar un registro de sueño, donde anotará sus hábitos antes de ir a la cama, su patrón de sueño, hora aproximada en la que se va a dormir, a la que se despierta y las circunstancias que acompañan a este momento (emociones como la ansiedad o la preocupación, pensamientos, sensaciones físicas…).
Empleando estrategias cognitivas, identificaremos los pensamientos disfuncionales que pueden estar alterando el sueño y activando emociones como ansiedad y preocupación y los reestructuraremos en otros más objetivos y útiles que no interfieran a la hora de irse a dormir y descansar.
También abordaremos las conductas que puedan estar contribuyendo a mantener el problema de sueño instaurando hábitos saludables como la relajación, emplear la cama sólo para dormir, hacer deporte o instaurar un horario.
Además, si el insomnio es síntoma de un trastorno de ansiedad o estado de ánimo, abordaremos esta problemática empleando estrategias y herramientas que cubran sus necesidades.
Terapia de pareja
Nadie nos ha enseñado a vivir en pareja y la convivencia no es una tarea fácil. Todas las parejas discuten y tienen problemas, es algo natural. Sin embargo, carecer de herramientas para afrontar este tipo de situaciones cuando ocurren pueden producir un deterioro en las relaciones.
Principales problemas que podemos encontrar en las parejas
- Problemas de comunicación y expresión emocional.
- Relaciones sexuales.
- Negociaciones y resolución de conflictos.
- Gestión de la emoción del enfado.
- Educación de los hijos.
- Reparto de las tareas domésticas o del día a día.
El objetivo principal de este tipo de terapia es que las parejas recuperen la armonía, la buena relación, vida sexual, hagan actividades conjuntas en pareja y establezcan, con todo ello, un modelo de relación sana y satisfactoria para ambos. Así mismo, buscamos reajustar las expectativas que se tienen hacia la otra persona, que desaparezcan los reproches, el rencor, las discusiones frecuentes y/o el distanciamiento.
Este tipo de terapia también se emplea para aquellos casos que valoran la posibilidad de continuar o no con la relación. En este caso sirve como un proceso de toma de decisiones.
En ocasiones, durante la evaluación detectamos que uno de los miembros de la pareja puede estar sufriendo algún tipo de trastorno emocional. En este caso recomendamos abordar individualmente este problema y retomar, más adelante, la terapia de pareja.
¿Cómo abordaremos los problemas de pareja?
En la terapia de pareja siempre son necesarias sesiones conjuntas e individuales.
La primera sesión debe ser en pareja, ya que tenemos que conocer la situación desde ambos puntos de vista y el estilo de comunicación predominante. Seguidamente, serán necesarias algunas sesiones individuales para observar y trabajar aquellos aspectos propios de cada uno de los miembros y que pueden estar influyendo en la relación.
En lo referente a la parte conjunta, detectaremos qué áreas están afectadas y dedicaremos sesiones a trabajar la comunicación asertiva en pareja, resolución de conflictos, reparto equitativo y realista de tareas domésticas.
En el caso de que uno de los problemas a trabajar sea la educación de los hijos, dedicaremos un apartado a la psicoeducación en este campo y trabajaremos para establecer un estilo unificado de educación.
Terapia de familia
La familia es un entorno fundamental en nuestro desarrollo y en nuestra vida. Aunque en todas las familias hay discusiones, en algunos casos detectamos qué hay carencias que alteran la armonía en el hogar.
Causas más habituales para iniciar el proceso
- Falta o nula comunicación entre los miembros.
- Falta de expresión emocional y comprensión.
- Faltas de respeto.
- Pérdida de algún miembro de la familia.
- Separación o divorcio.
- Normas muy estrictas.
- Problemas económicos.
- Reparto de tareas domésticas.
- Enfermedad de algún miembro.
El objetivo de la terapia familiar es resolver los conflictos y restablecer el equilibrio cuando hay problemas por parte de uno o más miembros de la familia.
¿Cómo abordaremos la Terapia Familiar?
En este tipo de terapia realizaremos sesiones con todos los miembros de la familia e individuales. La primera sesión se realizará con todos los miembros participantes en la terapia. El objetivo es conocer la problemática desde distintos puntos de vista y valorar la dinámica de comunicación y funcionamiento predominante.
Seguidamente se realizarán sesiones individuales que permitan profundizar en las necesidades de cada uno de los miembros y abordar aquellos aspectos que puedan estar interfiriendo en el buen funcionamiento de la familia.
Conjuntamente, abordaremos los problemas de comunicación existentes, resolución de conflictos y toma de decisiones, establecimiento de límites, expresión emocional y comprensión de los distintos miembros, etc.
Testimonios de nuestro trabajo
Muy importante es su calidez en el trato, su cercanía, su empatía, sensibilidad, capacidad para escuchar y aconsejar sobre todas las consultas que llevo anotadas cada día. Me siento muy apoyado por ella en todo momento, cumple con todas mis expectativas de gran psicóloga y valores personales tan importantes. Estoy encantado de contar con su ayuda.